Hay una pasión patente por la cultura japonesa de unos años a esta parte: el tatuaje horimono, el cómic manga, la comida shushi, el porno Hentai, la ceremonia del té, el ikebana o arreglo floral, la litografía de la escuela ukiyo-e, el círculo enso, el masaje shiatsu, el cine de Kurosawa, el Nobel de literatura Kenzaburō Ōe, el jardín de arena karesansui, la filosofía zen y un largo etcétera que no incluyo para no aburrir
No era de extrañar que uno de sus muebles más emblemáticos y apreciados se colara poco a poco en nuestros hogares reivindicando un lugar que no le costaría tanto ganar como con otras de sus manifestaciones culturales ya que, a fin de cuentas. Nosotros ya teníamos uno igual sólo que ha caído poco a poco en desuso: la mesa brasero.
Algo que no acabo de entender porque no había nada más agradable que ir a casa de los abuelos y meter las piernas debajo de la falda de la mesa camilla, taparse con ese cobertor naranja que había vivido tiempos mejores y que estaba adornado con aquel tapetito de encaje de bolillos hecho a mano por la abuela con todo su cariño, y quedarse amodorrado viendo la película de la tarde de domingo.