¿Por qué no
combinar colores estridentes que se
dan de tortas entre sí? ¿Por qué no hacer de lo antiestético una bandera? O todo lo contrario: elevar lo más noño o lo más intranscendente a la categoría de venerable objeto de arte… ¿por qué no estudiarnos bien la norma para poder transgredirla mejor?
Tal es parte de la filosofía del Pop-art, entre cuyas aplicaciones al interiorismo nos encontramos con objetos tan curiosos coño muebles de todas las formas imaginables,
lámparas de lava, sofás y cortinas de colores y texturas imposibles…
El nacimiento de este estilo se data en los
años cincuenta en Estados Unidos y el significado de su nombre –abreviatura de “popular art” o “arte popular”- deja claro cuál es el libro de estilo de una corriente dirigida a llamar a atención y atraer el consumo de la juventud.
Fuente de inspiración: todo
Las fuentes de inspiración de este “no arte”, nacido de la
experiencia cotidiana en una ciudad americana, son la televisión, el cine, el cómic, la publicidad… Todo ello reflejado en los ambientes que se decoran siguiendo la tendencia Pop.
Como ejemplo de lo dicho, podemos hablar del urinario de Duchamp en el museo de nueva york, las instalaciones de todo y en todo lugar o, cómo no la archifamosa lata de sopa de tomate Campbell de
Andy Warhol.
Un genio excéntrico (un loco genial)
Hablando de Warhol, este fue el principal exponente del movimiento, trasladando la experiencia de diseñador gráfico a la corriente artística y dejando obras que aunque pretendían ser efímeras, de consumo rápido, se han convertido en verdaderos
iconos del arte universal.
Aunque podríamos dedicarle todo un libro, vamos a mencionar muy someramente algunas generalidades sobre el Pop-art: para empezar, suele gustar de la luz y los colores vivos. Busca, con las formas y el color, transmitir
optimismo y un sentido del humor muy contagioso.
Sorpresa y caducidad
Y, en todo caso, la palabra clave es
mezclar, descontextualizar: unas viñetas de cómic en un lavabo, unir piel con cristal, con plomo, plástico… de modo que el arte sorprenda y caduque nada más hacerlo.
Por su propia naturaleza, el Pop-art va mucho más allá de los museos y de las galerías. Más allá, incluso de la decoración del hogar. Para demostrártelo, te proponemos que organices una fiesta Pop:
No hay reglas
Vas a ver como cada cual interpreta la forma de vestirse a su manera; como, una vez superados los tópicos de latas de sopa, urinarios y bananas, Marilyn o lápices gigantes, las ideas para la decoración son tan dispares que te parecerá imposible que sean todas tan buenas como son.
Verás, en fin, como, recurriendo al tópico, “la primera regla es que no hay reglas”. Y la segunda regla es que queda terminantemente prohibido aburrirse.