No podía ser de otra manera, había que tratar
el tema del Carnaval, esa fiesta que tanto me gusta por lo que tiene (o tenía) de transgresora y subversiva, por lo divertida y desinhibida que resulta. Si queremos hacer algo para conmemorarla, una fiesta, por ejemplo, debemos intentar estar a la altura y recoger todos los aspectos que le son propios en cuanto a decoración, música y un largo etcétera.
Preparémonos pues para una fiesta en casa. Lo primero va a ser retirar todo lo que sentiríamos en el alma que pueda romperse o estropearse, y creamos que tiene alguna posibilidad. No se trata de anular el estilo de nuestra casa ni dejar la sala echa un descampado, sólo
informo de los riesgos que se asumen; para evaluarlos también debemos tener en cuenta a cuánta gente se espera…
Una fiesta que se precie de serlo cuenta con
tres elementos primordiales: la decoración, la música y la comida. Lo tercero es lo más sencillo, pues en este tipo de fiestas carnavalescas no se espera gran cosa, aparte de ganchitos, frutos secos y un buen surtido de bebidas variadas; aunque siempre conviene tener algo dulce a mano para añadir.
Los protagonistas de la fiesta son los disfraces
Es el momento de hacernos la gran pregunta: ¿se trata de una
fiesta temática? En ese caso, sobre todo si los disfraces van a seguir una tónica común, es interesante que la decoración vaya acorde. Si el tema va a ser, por ejemplo, la jungla y los exploradores, buscaremos elementos para recrearlo: colores verdes y pardos, accesorios como unas palmeras exuberantes, una piel de león y unas guirnaldas vegetales.
Con
la música ocurre más o menos lo mismo. A los hits del momento, que no pueden faltar se le pueden añadir canciones temáticas, pero de tono divertido; en este caso se me ocurre
Welcome to the jungle de Guns ‘n Roses, una del Rey León, cosas así; nunca la banda sonora de
La Misión, por Dios, que estamos de fiesta. Pueden entreverarse clásicos carnavalescos, de la pachanga más rastrera a los temas emblemáticos de las más sublimes chirigotas gaditanas.
Recordemos que
es una fiesta, no un decorado de una película; tampoco hace falta tapar nuestra decoración habitual ni avasallar al personal con detalles, tan sólo adaptarla a las circunstancias. Y recuerda que los protagonistas son los invitados y sus disfraces, nunca la decoración, así que no te pases cargando el sitio demasiado.